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SÉ DEL MIEDO CUANDO DIGO MI NOMBRE

Muriel Barcos, Erica Bohm, Eugenia Calvo, Josefina Caron, Víctor Enoc, Camila Fanego Harte, Víctor Florido, Agustín González Goytía, Julia Padilla, Eliana Quilla, Fabio Risso Pino, Federico Rubi, Mariela Vita, Mayra vom Brocke, Bby Wacha.

24 agos - 12 oct, 2024

Esa mañana todo se desvirtuaría por un ruido extraño. Intuyó que podría haber sido el de un ave que, al levantar vuelo, se contorsionó y mutó. Esa alucinación le atrajo y decidió ir a su encuentro. Se adentró al monte y se dio cuenta de que sus pies estaban descalzos. No la iba a pasar bien, debería prestar atención a dónde pisar. Notó que la temperatura era más fresca, los contornos más nítidos, la vegetación más tupida y densa. También se percató de que su respiración comenzaba a entrecortarse y que, efectivamente, sus pies se rasguñaban.

Sabía que tenía que cruzar pues necesitaba averiguar qué había generado ese sonido. En este nuevo deber que se había impuesto su cuerpo se desarticulaba, se desmembrada y volvía a componer. Parecía ver una escena reproducida en 24 fotogramas por segundo de sus movimientos reflejados en el suelo, donde a cada momento la temperatura se volvía más intensa y fuerte. Aun así, en su trayecto bastante pausado, se detenía a observar distintas cosas que le llamaban la atención: luces, sombras, frutos, hojas... En uno de sus descansos, sintió que alguien más estaba buscando algo y que se movía sigilosamente y con mayor destreza. Era más hábil, claramente. Se tiró al suelo. Intuyó que así nadie percibiría su presencia. Espalda contra el piso comenzó a asustarse. No pudo controlarlo. Miró al cielo a través de las ramas y copas de los árboles. Algún rayo de luz tocaba partes de su cuerpo y quemaba. Cerró los ojos, tampoco quería ver. Ahí, así, recordó varias situaciones en las que se encontró espectando acciones a lo largo de muchos años o en un solo día: una ventana que se abría al paisaje por el viento, su habitación en soledad alojando restos de actividad, autorretratos suyos en la sombra sobre una vereda, amigas en la previa a alguna salida, las nubes y su capacidad de albergar vida, una señora paseando con una bandolera guarida de experiencias.

Artistas:

Entreabrió los ojos levemente. Sintió que una espina de tala le incentivaba a seguir. Se paró, la agarró, se recompuso. Tomó valor y observó a su alrededor. Vio una víbora y una planta cortejándose. Se enamoró de ese acercamiento. Irradiaban interés mutuo. Sintió la tentación de observarlas, pero esta vez debía seguir si quería encontrar lo que se había propuesto.

Parecía mentira, pero ya era media tarde. No lograba entender cómo habían pasado tantas horas. Recontó lo que había hecho y no era tanto: mirar, caminar, tener cuidado, asustarse, acostarse... Claramente las imágenes ocupaban un lugar importante en su vida. Se sonrió y decidió avanzar. En ese movimiento, se dio cuenta de que se había perdido, no había escuchado algunas de las pistas sonoras hacia su objetivo y se malhumoró. Ahora todo era enmarañado y la ansiedad, su peor enemiga, tenía espacio para desplegarse a sus anchas. No entendía de qué se había asustado y apuró el paso. No le importaba lastimarse, no le interesaba maravillarse por nada, sólo quería encontrar algo. Comenzó a correr. Había visto una salida y quería acercarse rápido. Los sonidos, las melodías, los suspiros que guiaban se amontonaban. Percibían su apuro y seguían su ritmo. No había figura ni fondo más que una salida. No había matices más que un foco de luz. No había espacialidad más que un umbral hacia otro lado.

Logró salir y en la última zancada se incrustó una espina de acacia que le atravesó uno de sus pies. Corrió unos metros más cojeando y la brisa densa de calor y hume- dad se había apoderado de todo. El monte chirriaba sonidos que se escuchaban como una marea a la distan- cia. Se dio cuenta de que se había perdido nuevamente y que ahora estaba a la deriva. Ya atardecía. Había logrado cruzar y estaba en otro lugar y con heridas. Las estrellas volvían a mostrarse y le pedían que diga su nombre.

 

Texto

Sebastián Vidal Mackinson

Apertura y horarios:galería

Jueves - sábado 17:00 - 20:00 hs 

O con cita previa

Bolivar 1753, San Telmo, Buenos Aires, Argentina.

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